¿Cuánto faltará todavía?
Las balas le muerden la pierna, el estómago, los riñones.
¿Cuánto faltará todavía?
Piensa Wenceslao Pedernera. La sangre le empapa el pijama.
¿Cuánto faltará todavía?
Las lágrimas de su mujer le acarician el rostro.
¿Cuánto faltará todavía?
El hospital vacío. El médico ausente. La gendarmería armada.
¿Cuánto faltará todavía?
Pistolas de alto calibre amenazan a sus hijitas.
¿Cuánto faltará todavía?
Quiere hablar, aunque sabe que la voz le rajará la garganta.
¿Cuánto faltará todavía?
Logra exhalar la frase inmortal: No odien. Yo ya los perdoné.
¿Cuánto faltará todavía?
La muerte, cómplice de la tortura, demora horas en llegar al hospital de Chilecito.
¿Cuánto faltará todavía?
La justicia da vueltas, se marea, se pierde.
Lleva décadas sin llegar a La Rioja.
Mientras leés
Mientras leés ella y sus moretones firman otra denuncia en la comisaría. Mientras leés la madre llora el hambre de su hijo Mientras leés la empleada doméstica tira debajo de su cama sus dolores porque si no limpia no gana.
Mientras leés la tele discute una pavada y una niña es devorada por la trata.
Mientras leés
cuelga el cuerpo de un chico en su habitación
ahorcado por los comentarios homofóbicos.
Mientras leés la periodista borra sus letras y escribe las que le dicta su patrón.
Que la oscuridad los devore en los días invernales
y el frío entumezca sus huesos.
Que en verano el calor los deshidrate
y el agua que beban se contamine con su veneno salado
y no les calme nunca la sed.
Ojalá que se quemen por dentro.
Maldigo a los malditos señores
que se hartaron con el hambre de los pobres
y explotaron en las minas el cuerpo de los esclavos.
Ojalá que cada cosa que toquen se convierta en oro
y que las aguas del Pactolo no les sirvan de antídoto.
Que se conviertan en oro sus ropas y sus banquetes
para que les crujan las tripas hasta reventar;
que no puedan tapar sus vergüenzas ni abrigarse.
Que la dorada y reluciente fortuna los abrace
hasta que no puedan soportar ni su brillo, ni su peso.
Maldigo a los malditos mensajeros de Dios.
A los que en su nombre
discriminaron, persiguieron, condenaron, esclavizaron, mataron.
Ojalá la sombra del Dios calumniado los acompañe siempre,
les tape el sol, no los deje ver luz en ningún sitio.
Que en esa oscuridad tropiecen constantemente
hasta que les sangren los pies como al crucificado.
Ojalá que se descalcifiquen
hasta que se les ablanden los huesos y el alma.
Que la conciencia les tirite adentro
y les tiemblen las palabras injuriosas cuando quieran salir por sus gargantas
para que no puedan emitir ni castigos, ni penitencias,
en nombre de su dios inventado.
Ojalá que el Dios de la historia los condene a todos
y les multiplique los dolores que generaron.
Distopía
la casa es el planeta
primero al encierro en una sola habitación,
caos general, las bajezas más inmundas desparramadas por doquier.
Todo, absolutamente todo ha cambiado.
Todo se ha detenido.
Todos somos ciegos.
No sabemos nada.
No sabemos qué pasa con los otros.
Las pantallas ayudan
pero impiden que nos espiemos el alma,
(el alma la mostramos a través del mate y del abrazo)
No vemos.
No podemos proyectar.
Cansancio
Qué ganas de sacarme el corazón,
dejarlo en la mesa de luz
como quien se saca el reloj,
y piensa que por eso
se saca el tiempo de encima,
el que fue,
el que vendrá.
Qué ganas de sacarme el corazón
dejarlo encima de la mesa de luz,
con todos los dolores,
(los propios y los ajenos)
con todas las preguntas,
esas que, después de medio siglo,
no tienen respuestas.
Qué ganas de sacarme el corazón
y dejarlo en la mesa de luz,
para quedar vacía de las cargas,
las que duelen mucho,
las que incomodan,
y dormir la siesta sin sueños
sin temores, sin explicaciones,
encontrarme y ver en el fondo del alma,
al Dios que nos hizo a su imagen y semejanza,
quedándose escondido en lo profundo,
en algún sitio
que no es ese corazón
que late fuerte
sobre la mesa de luz
preguntándome:
¿Quién sos sin mí?
Es cansancio nauseoso,
provocado por la falta de poesía,
de obras de teatro,
de colores brillantes y
piano,
guitarras,
cantos
malambo.
Es cansancio nauseoso,
provocado por los miedos
y las incertidumbres,
las rutinas,
las faltas de respuestas
Es cansancio nauseoso
empachado de miradas
que te observan,
como si fueras la wikipedia.
Es cansancio nauseoso
provocado por soñar en blanco y negro
o peor, aún,
soñar en gris.
Por comer porciones de nada
beber desesperanzas
para calmar una sed
que no se acaba
Es cansancio nauseoso,
se podría curar
con una buena noticia:
con un progresismo real
que triunfe en las urnas,
con recitales que rompan las plazas
y científicos repatriados;
con acciones y leyes
que aseguren derechos.
Se podría curar
con vacaciones,
con rugido de mar
y aroma a sol en la piel,
Pero no para uno, para todos.
¡Se podría curar!
¡Eso es lo importante!
¡Tiene cura!
No voy a prender la TV,
ni seguir las noticias de los poderosos
en sus redes,
para paliar los síntomas
para evitar que las nauseas
terminen en vómitos.
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